"Un día común" Parte II

Isabella es una chica común y corriente: estudia, trabaja, tiene hobbies, vive en el campus de la Universidad, comparte cuarto con su mejor amiga Serena y tiene novio… bueno tenía; En fin, esta es la historia de lo que le paso y lo que aprendió.
Es noviembre y no falta mucho para las vacaciones de fin de año. Isabella se recupera aún del rompimiento con su novio, gracias a Dios, tiene a sus amigas, estudios y hobbies para mantenerla entretenida. Isabella estudia segundo año de una carrera muy interesante y aunque no lo crean en sus tiempos libres se dedica a ser “Disc Jokey” en las fiestas de la universidad y a trabajar como mesera en el café restaurante de la universidad. Serena es la compañera de cuarto de Isabella, y todas las mañanas se levantan con su canción preferida en la radio, Serena cocina una sabrosa comida, desayunan juntas y luego Isabella se va a clase y serena a practicar su ballet.
Hoy es jueves, y faltan tan solo dos semanas para las vacaciones de fin de año. Es una mañana común y corriente, las chicas se levantan se arreglan, desayunan y salen del pequeño apartamento universitario. Al parecer es un día normal sin embargo, hoy no lo será.
Camino a clases Isabella se topa con su vecina de cuarto Dionisia: una muchacha rica y bastante desagradable a la vista que, se mantiene al tanto de cada movimiento de Isabela, probablemente porque desde que se “adueñó” del ex novio de la muchacha, siente que compiten en todo.
- Isabela! Que sorpresa! Contigo quería hablar vecinita… te tengo tanto que contar! - dijo Dionisia con tono burlón y desdeñoso.
- pues suelta lo que tengas que decir!- respondió Isabela sorprendida de platicar con la fría muchacha que se dedicaba a observarla todo el tiempo mas jamás le había dirigido la palabra.
- checa esto! - dijo la “ricachona” mostrando su regordeta mano que era portadora de un anillo con una roca descomunal.- Al fin me ha propuesto matrimonio Felipe! , Ya dos meses de novios sin nada! ya yo me estaba preocupando!
- ¿¡No crees que se están precipitando!? ¿Qué harás con tus estudios?- dijo Isabela tras guardar un silencio absoluto de sorpresa por casi un minuto.
- ¿precipitado? Claro que no! , normalmente mis encantos funcionan más rápido! Además para que quiera estudiar si pronto seré la señora del futuro doctor Felipe Lapas! Quién quiere estudiar si puede ser “la señora de Lapas”!?.-exclamó Dionisia como si acabara de ganar la lotería.
Extrañada, y a la vez dolida, Isabela continuó sus labores de mañana sin embargo no podía sacarse de la cabeza la conversación que tuvo con Dionisia. - ¿¡será posible!? Se casa mi Felipe! Y… y con ella! Pero... ¿Porqué con ella? … tan solo llevan 2 meses de andar! No puede ser! Necesito hablar con Felipe. Sí tengo que hablarle!- Estos son algunos de los pensamientos que pasaban por la cabeza de Isabela cuando la interrumpió el decano de su carrera:
- Señorita Berini! Necesito hablar con usted urgentemente, creo que Ud. Estará muy complacida de escuchar lo que le tengo que decir. Venga. Platiquemos.
-15 minuto!!!! En 15 minutos pueden cambiarle la vida a uno!- contaba Isabela a su compañera Serena a la hora del almuerzo.- La decano me informó - prosiguió emocionada.- me informó que se me ha ofrecido una beca completa y oportunidad de hacer mis practicas en… En… En Egipto! Uno de los lugares arqueológicos más grandes del mundo! .. Pero que hacer! Felipe, el amor de mi vida planea casarse con la hipócrita de Dionisia ... No puedo irme ahora! ¿¡Qué hacer!?-
Isabela se encontraba a media plática cuando de pronto alguien le dio una suave palmadita en el hombro, la palmadita fue cariñosa y familiar…
- Felipe!- exclamó Serena sorprendida.- ¿cómo estás? Em bueno… Isabela tengo que ir a hacer eso… que te conté… los dejo para que platiquen-.
Durante los treinta minutos siguientes Isabela no dijo una sola palabra; Felipe se dedicó a declararle su amor y a explicarle que en realidad la mujer que el deseaba para casarse era ella nada más; que le había propuesto matrimonio a Dionisia solo por venganza, y que lo tomara de regreso porque no podía vivir sin ella.